Parece una tarea casi imposible en la
actualidad, pero una familia del pueblo de Graz, Austria, ha demostrado
que se puede vivir sin este material, Sandra Krautwaschl escribió un
libro llamada “Plastickfrei Zone” (Zona Libre de plástico) en el que
cuenta la historia de cómo ella y su familia comenzaron a vivir una vida
sin plástico.
En la portada del libro de Sandra se
puede ver una foto de su familia rodeada de todas sus posesiones de
plástico en frente de su casa.
Durante unas vacaciones en Croacia, hace
tres años, Sandra y su familia quedaron sorprendidas por la cantidad de
basura plástica acumulada en las playas, esto la hizo reflexionar cómo
afecta este material a nuestro mundo. Y aunque en Austria la cultura de
reciclaje funciona excelente, en otras partes del mundo no es tan
eficaz, por lo que el problema es de todos.
Al regresar de sus vacaciones en
Croacia, Sandra seguía pensando como ayudar al planeta con este problema
plástico, cuando vio el documental “Planeta plástico”, aprendió que
anualmente en el mundo se producen 240 millones de toneladas de plástico
y para que se degrade tarda cientos de años, mientras tanto los suelos y
océanos se contaminan. De este modo aprendió como ser parte de la
solución emprendió su proyecto para dejar de consumir plástico.
La familia Krautwaschl tomo la decisión
de vivir sin productos plásticos, lo primero que hicieron fue eliminar
todos los objetos que tuvieran plástico de su casa y lo que comenzó como
un experimento de un mes de duración con el tiempo se convirtió en una
forma de vida.
Tuvieron que buscar alternativas como
cepillos de dientes de madera con mango de metal, botes de leche,
alimentos envasados en metal, papel o vidrio. La familia admite que este
cambio radical fue difícil al principio, también alteró su filosofía de
compras completamente y se dieron cuenta si de verdad es necesario
comprar algunos productos en vueltos en plástico.
Algunas
personas creen que estamos viviendo como si fuera la Edad de Piedra,
pero no es así, dice Sandra, la vida ha pasado a ser un poco más simple,
más silenciosa y confortable, agregó.
Aun
así se dieron cuenta que no podía vivir una vida completamente sin el
plástico, ya que incluso las cosas hechas de metal y vidrio a menudo
tiene un pedazo de plástico. Ellos siguen usando la electrónica, pero
comparten un coche con otra familia, y tratan de comprar productos de
segunda mano cada vez que necesitan algo hecho con un plástico.
Sandra y su familia se las ha arregló
para reducir su consumo de plástico, ha casi nada, demostrando que
efectivamente se puede hacer, por lo que sin duda esta singular familia
es un ejemplo a seguir.
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