domingo, 30 de septiembre de 2018

Los productos ecológicos y los residuos de pesticidas.


Los residuos de productos químicos peligrosos en los alimentos, como los plaguicidas, pueden tener efectos perjudiciales para la salud, como provocar cáncer o acarrear consecuencias adversas para los sistemas reproductivo, inmunitario o nervioso. Diferentes expert@s advierten de la relación entre la exposición a químicos y daños en el desarrollo cerebral y enfermedades como la leucemia.



La FAO y la OMS, estudian los límites máximos de residuos (LMR), para que la cantidad de plaguicidas a los que estamos expuestos en los alimentos que ingerimos a lo largo de nuestra vida no tengan efectos perjudiciales para nuestra salud. Estos estudios se limitan a los principios activos presentes en la fórmula de los productos y sólo una pequeña parte de ellos se han evaluado por la Agencia Internacional de Investigaciones contra el Cáncer (IARC) en relación a su riesgo cancerígeno.

Hay toda una serie de temas importantes que cuestionan la efectividad de estos LMR. Por ejemplo, el efecto combinado de los residuos de varios plaguicidas presentes en un mismo alimento, aunque todos estén por debajo de sus límites individuales. También se debería considerar el efecto de ciertas sustancias secundarias en las que se degradan estos residuos, o incluso en el efecto tóxico de ciertas sustancias que se incluyen en la composición de los pesticidas, diferentes del principio activo, y que a veces pueden resultar mucho más tóxicas que estos. También influyen los hábitos alimenticios de las personas, en relación al nivel de consumo de ciertos alimentos, su estado de salud o su grado de vulnerabilidad, como por ejemplo en el caso de menores.
La aplicación de plaguicidas también puede causar daños a aves, abejas y peces
Los cultivos alimentarios tratados con plaguicidas contienen invariablemente una cantidad más o menos imprevisible de estos productos químicos, por lo tanto, es imprescindible utilizar sistemas para su descontaminación. El lavado con agua o remojo en soluciones de sal y otros productos químicos pueden ser efectivos para reducir el nivel de ciertos pesticidas. Los pasos preparatorios como pelar, cortar, etc., eliminan los residuos de las porciones externas de los alimentos. Varios tratamientos térmicos, como la pasteurización y otros sistemas, se han encontrado valiosos en la degradación de diversos plaguicidas. Por el contrario, ciertas técnicas de conservación, como el secado y la deshidratación, aumentan el contenido de plaguicidas debido al efecto de concentración. Sin embargo, el efecto de disminución siempre dependerá de la concentración inicial de los pesticidas en el momento de la cosecha.


Aves, abejas y peces también sufren. Estos residuos también causan daños ambientales, a través de la contaminación del suelo, agua y plantas, y también contribuyen a generar una mayor resistencia de los organismos que se quieren eliminar, sobre los que cada vez son menos efectivos. De hecho, sólo el 0,1% de los pesticidas que se tiran a los campos y cultivos alcanzan su objetivo, el 99,9% restante son residuos peligrosos que pueden acabar a mucha distancia del lugar donde han sido aplicados, incluso a miles de kilómetros.

Tanto los residuos de plaguicidas en los alimentos, como la gran cantidad de productos que se vierten y quedan en el medio, combinado con sus efectos potencialmente negativos, nos deberían hacer pensar sobre nuestra responsabilidad como consumidor@s, no sólo por lo que respecta al medio ambiente, que quizás lo vemos más lejos y quizás creemos que es responsabilidad de otr@s, sino por las amenazas directas sobre nuestra propia salud.

Los pesticidas son una “amenaza global contra los Derechos Humanos”, responsables de la muerte de 200.000 personas cada año, tal y como recoge un informe de Naciones Unidas, elaborado por la Relatora Especial sobre el Derecho a la Alimentación, Hilal Elver, con la participación del Relator Especial sobre Productos Tóxicos, Baskin Tuncak.

“La afirmación promovida por la industria agroquímica que los plaguicidas son necesarios para lograr la seguridad alimentaria no sólo es inexacta, sino que es peligrosamente engañosa.”
Este informe señala como la agroindustria niega los peligros de ciertos plaguicidas, así como la envergadura de sus consecuencias, mientras culpa a l@s agricultor@s por mal uso de sus productos, en un desplazamiento inadecuado de la responsabilidad. También expresan su preocupación por las tácticas de marketing agresivas y poco éticas, y por las enormes cantidades de dinero gastado por la poderosa industria química para influir en la escoria política y refutar la evidencia científica. Según l@s expert@s, los pesticidas son un tema que afecta a los derechos humanos de manera global y su mala utilización “afecta el derecho a la alimentación”.

La publicación de los #PoisonPapers es un claro ejemplo de estas prácticas agresivas y de la connivencia que esta industria encuentra en l@s propi@s responsables de la autorización y regulación de los pesticidas.

La alternativa al uso de los pesticidas: la práctica de la agroecología

 Los estudios indican que las prácticas agroecológicas son capaces de proporcionar rendimientos suficientes para alimentar a la población mundial y asegurar su adecuada nutrición, sin minar los derechos de las generaciones futuras a una alimentación y salud adecuada. Los alimentos procedentes de la producción ecológica tienen toda una serie de claras ventajas que cada vez más están siendo puestas en evidencia por la ciencia, entre las que está su menor contenido de residuos de pesticidas.
Igual que en muchas otras áreas, es más barato prevenir que curar. Efectivamente, es más barato y efectivo invertir en desarrollar las prácticas agroecológicas que reparar los daños ambientales y sobre la salud causados ​​por los plaguicidas peligrosos.
AutorIsidre Martínez, Ingeniero Agrónomo
Bio Eco Actual

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