No existe ninguna necesidad nutricional de productos lácteos, y hay serios problemas que pueden acarrear sus proteínas, azúcar, grasa y contaminantes.
Muchas personas son ya conscientes de que la leche de vaca produce más mucosidad que cualquier otro alimento, un moco espeso, denso, que obtura todo el sistema respiratorio del organismo, que atasca las membranas mucosas e invita a la enfermedad. La fiebre del heno, el asma, la bronquitis, la sinusitis, los resfriados, el goteo nasal y las infecciones de oído se deben principalmente a los productos lácteos. En general, también son la causa principal de las alergias. Estas relaciones se pueden comprobar dejando de consumir lácteos si se padece alguna de estas dolencias.
Otro problema muy relacionado con los lácteos es la osteoporosis.
En Estados Unidos, diez millones de hombres y mujeres sufren de osteoporosis, una enfermedad crónica de desgaste óseo. Una de cada dos mujeres y uno de cada ocho hombres mayores de 50 años se fractura un hueso debido a la osteoporosis. Tras una fractura de cadera, muchos nunca recuperan el movimiento, y uno de cada cinco muere dentro del siguiente año. Muchos argumentan que los norteamericanos pueden prevenir la osteoporosis añadiendo calcio a sus dietas. Y la leche contiene gran cantidad de calcio.
Sin embargo el problema y la solución es muy distinta. Walter Willett, profesor de la Escuela de Salud Pública de Harvard y jefe del departamento de nutrición, dice: "No hay evidencia de que tengamos una emergencia de calcio, como quiere hacernos creer la industria láctea. Tenemos uno de los consumos de calcio más altos del mundo". Marion Nestle, jefa del departamento de estudios de alimentos y nutrición de la Universidad de Nueva York y miembro del consejo científico asesor de la Administración de Alimentos y Fármacos, se sorprendió cuando el Instituto de Medicina sugirió recientemente que los adolescentes y los adultos mayores de 50 debían aumentar su consumo de calcio a 1.300 y 1.200 miligramos diarios respectivamente. "La Organización Mundial de la Salud recomienda 500 miligramos para niños y 800 miligramos para adultos", dice.
La leche es un conjunto de nutrientes que la naturaleza agrupó para propiciar el crecimiento rápido de los terneros, pero el crecimiento acelerado puede no asegurar la solidez de los huesos. 'Los estudios sobre la densidad mineral de los huesos pueden producir gran confusión' dice Willett. "Está claro que un aumento en el consumo de calcio causa un pequeño y súbito aumento de la densidad (alrededor del 2 por ciento). Sin embargo, este efecto no sigue aumentando y desaparece al suprimiese el calcio adicional"'. La pregunta es si este pequeño aumento protegerá contra las fracturas.
Campbell tropezó con las estadísticas sobre osteoporosis en los años 80, cuando tomó un descanso de sus estudios con animales para dirigir el proyecto China-Oxford-Cornell, una investigación masiva sobre dietas y enfermedades, basada en datos de 6.500 familias rurales chinas. En general, los chinos comían una dieta casi vegetariana. Otra notable diferencia entre China y Occidente sor- prendió a Campbell: los contrastantes niveles de osteoporosis. La mayoría de los chinos obtenían su calcio de frutas y vegetales. Pese a consumir menos de la mitad del calcio recomendado en Estados Unidos, sus huesos parecían sanos. Entre mujeres mayores de 50 años, la relación de fracturas de cadera parecía ser la quinta parte de la de las naciones occidentales.
Aunque el calcio y otros componentes de la leche promueven el crecimiento óseo, otras sustancias en productos lácteos y en productos animales (ciertas proteínas y, especialmente, el sodio) extraen calcio de los huesos. Los chinos obtienen suficiente calcio a partir de verduras, legumbres y algunas frutas, y como esos alimentos no promueven pérdida de calcio, podrían no necesitar una cantidad total de calcio tan grande. En los años 90, los investigadores de la nutrición hablan recopilado datos de diferentes partes del mundo y encontraron otra correlación sorprendente: mientras más calcio consumen las personas, más susceptibles parecen a sufrir fractura de la cadera. Las personas en países con altos consumos de productos lácteos (Norteamérica y el norte de Europa) consumen dos o tres veces más calcio y se fracturan dos o tres veces más huesos que aquéllas con bajo consumo de calcio (asiáticos y africanos).
Un estudio de salud de Harvard que siguió a 78.000 mujeres durante un período de 12 años, concluyó que la leche no protege contra las fracturas óseas. En efecto, quienes tomaban tres vasos diarios de leche presentaron más fracturas que quienes raramente bebían leche. Tuvieron un riesgo ligeramente mayor de fractura del brazo (1.05 veces) y un riesgo significativamente mayor de fractura de la cadera (1.45 veces). Los lacteos no previenen la osteoporosis .
Hay muchas fuentes buenas de calcio. La col rizada, el brécol, y otras hortalizas de hojas verdes contienen calcio de fácil absorción para el organismo. Un informe reciente de la Revista Americana de Nutrición Clínica mostró que la absorbibilidad de calcio era en realidad mayor para la col rizada que para la leche, y concluyó que “las verduras tales como la col rizada pueden ser consideradas al menos tan buenas como la leche en términos de absorbibilidad de calcio”. Las legumbres también son ricas en calcio. El zumo de naranja enriquecido proporciona grandes cantidades de calcio en forma apetitosa.
Por otro lado, la leche entera de vaca no es adecuada para la nutrición infantil. La leche de vaca es el alimento perfecto para las vacas, pero es uno de los más alergénicos para los bebés humanos. Los riesgos de salud derivados del consumo de leche son máximos para los bebés menores de un año, en quienes la leche entera de vaca puede contribuir a deficiencias de diversos nutrientes, como hierro, ácidos grasos esenciales y vitamina E. La Academia Americana de Pediatría recomienda que los bebés menores de un año no reciban leche entera de vaca.
Aunque la fórmula modificada para bebés hecha con leche de vaca puede sustituir la leche materna, la leche de vaca que no ha sido modificada (entera, 2%, o desnatada) no es recomendable durante el primer año. La leche de vaca es demasiado rica en proteína, fósforo, y sodio, especialmente para bebés de 0-12 meses de edad. Esto provoca que los pequeños e inmaduros riñones funcionen más rápido, agotando su capacidad para excretar el exceso de nutrientes.
También, la proteína de la leche de vaca puede ocasionar una reacción en la mucosa del intestino, provocando sangrado en el estómago que puede resultar en una anemia por deficiencia de hierro. La pasteurización no elimina el problema. Investigadores de la Universidad de Iowa publicaron recientemente en la Revista de Pediatría que “en una gran proporción de bebés, el consumo de leche de vaca provoca un aumento sustancial de la pérdida de hemoglobina.
Las proteínas, el azúcar de la leche, la grasa y la grasa saturada de los lácteos pueden representar riesgos de salud para los niños y conducir al desarrollo de enfermedades crónicas tales como obesidad, diabetes y formación de placas ateroscleróticas que pueden conducir a problemas cardíacos.
También existe una fuerte correlación entre el uso de productos lácteos y la incidencia de diabetes.Diversos informes relacionan la diabetes dependiente de insulina con una proteína específica de los productos lácteos. Este tipo de diabetes normalmente empieza en la niñez. Es una causa destacada de ceguera y contribuye a enfermedades cardíacas, daños renales, y amputaciones debidas a una circulación pobre.
Un informe reciente del New England Journal of Medicine reafirma sustancialmente la antigua teoría de que las proteínas de la leche de vaca estimulan la producción de anticuerpos que, a su vez, destruyen las células productoras de insulina del páncreas. La evidencia sugiere que la combinación de una predisposición genética y la exposición a la leche de vaca es la principal causa de la forma infantil de diabetes, aunque no hay modo de determinar qué niños están genéticamente predispuestos. Los anticuerpos pueden formarse aparentemente en respuesta a cantidad incluso pequeñas de productos lácteos, incluidas las fórmulas infantiles.
La destrucción de las células pancreáticas sucede gradualmente, especialmente tras las infecciones, que hacen que las proteínas celulares queden expuestas a los daños de los anticuerpos. La diabetes se hace patente cuando del 80 al 90 % de las células beta productoras de insulina quedan destruidas.
Las proteínas de la leche también se encuentran entre las causas más frecuentes de alergias alimentarias. A menudo, la causa de los síntomas no es identificada durante importantes períodos de tiempo. Los estudios indican que el 70 por ciento de los afroamericanos, el 50 por ciento de los hispanos y el 90 por ciento de los asiáticos tienen dificultades para digerir la lactosa, mientras que sólo el 15 por ciento de los caucásicos las padecen. Los niños con intolerancia a la lactosa podrían obtener suficiente calcio de alimentos alternativos como la leche de soja o jugos enriquecidos con calcio.
Muchas personas son incapaces de digerir el azúcar de la leche, la lactosa. El resultado es diarreas y gases. Para los que pueden digerir la lactosa, sus componentes son dos azúcares simples: glucosa y galactosa. La galactosa ha sido relacionada con el cáncer de ovario y las cataratas. Los bebés lactantes poseen enzimas activos que descomponen la galactosa. Con la edad, muchos de nosotros perdemos esta capacidad.
La leche entera, el queso, la nata, la mantequilla, los helados, la crema agria y el resto de productos lácteos aparte de los desnatados contienen cantidades importantes de grasas saturadas, así como colesterol contribuyendo a enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Los primeros indicios de la enfermedad cardíaca han sido documentados en adolescentes americanos. Aunque los niños necesitan cierta cantidad de grasa en la dieta, no existe ninguna necesidad nutricional de grasa láctea. Al contrario, la leche de vaca es rica en grasas saturadas, pero pobre en el ácido graso esencial ácido linoleico.
La leche contiene contaminantes frecuentes, desde pesticidas a medicamentos. Alrededor de un tercio de los productos lácteos están contaminados con indicios de antibióticos. Se suelen utilizar comúnmente hormonas sintéticas para las vacas lecheras con el fin de aumentar la producción de leche. Debido a que las vacas están produciendo cantidades de leche que la naturaleza jamás previó, el resultado obtenido es la mastitis, o inflamación de las glándulas mamarias. Su tratamiento requiere el uso de antibióticos, y se han encontrado restos de ellos y de hormonas en muestras de leche y otros lácteos. Los pesticidas y otros medicamentos también son contaminantes frecuentes de los lácteos.
Tampoco proporciona una fuente consistente y fiable de vitamina D en la dieta. En los muestreos de leche se han encontrado variaciones significativas en el contenido de vitamina D, con algunas muestras que presentaban hasta 500 veces el nivel indicado, mientras que otras poseían poca o ninguna. Un exceso de vitamina D puede ser tóxico y puede provocar niveles excesivos de calcio en la sangre y en la orina, una absorción superior de aluminio por el organismo y depósitos de calcio en los tejidos blandos.
Diversos tipos de cáncer han sido relacionados con el consumo de lácteos, como el de ovario (por la incapacidad de descomponer la galactosa), y los de mama y próstata (presumiblemente asociados al aumento de una sustancia que contiene la leche llamada IGF-1 o factor de crecimiento similar a la insulina). Edward Giovannucci, profesor asociado de nutrición y epidemiología de Harvard sostiene que el calcio en sí mismo, a altos niveles de consumo, promueve el cáncer de la próstata al reducir drásticamente los niveles de protección de la vitamina D. "Para la próstata", dice, 'los datos son consistentes y el alto riesgo es muy preocupante, dada la popularidad actual del calcio en Estados Unidos.
No tiene sentido, por lo tanto, consumir la leche materna de las vacas, o cualquier otro mamífero. La Naturaleza creó la leche materna de humanos para los bebés humanos, y la leche de vaca para los terneros. En la Naturaleza, los animales no toman leche después de la infancia. ¿Por qué lo debemos hacer los seres humanos?.
Es un mito infundado la relación que asocia la falta de calcio en el organismo con la falta de calcio en la dieta. Lo cierto es que nada más lejos de la realidad: por mucho calcio que se añada a la dieta, si los hábitos de vida en conjunto son incorrectos, las pérdidas de calcio seguirán representando un problema. Muchos pueblos indígenas con unos niveles relativamente bajos de calcio en la dieta obtienen suficiente calcio para mantener huesos robustos de por vida, gracias a los factores benéficos de su estilo de vida global.
Una dieta sin lácteos puede cubrir todas las necesidades nutritivas -y sin riesgos para la salud.
Fuente: http://www.dramaribelstore.com/index.php?option=com_content&view=article&id=88%3Aqla-leche-alimento-de-primera-necesidadq-falso-&catid=38%3Anoticias&lang=es
No hay comentarios:
Publicar un comentario